El punto azul pálido de Carl Sagan
El punto azul pálido es como Carl Sagan llamó a la Tierra al ver la foto realizada por la sonda Voyager 1. Esta foto es considerada por la NASA como una de las más importantes de la historia. ¿Puedes verla?
Ir más lejos de lo que nunca nadie había llegado. Ese era el objetivo expreso de las sondas Voyager cuando se lanzaron en el verano boreal de 1977. La expectación era máxima y, por ello, un grupo de científicos pidieron a la NASA incluir algún objeto que sirviera como cápsula del tiempo de lo que eran la Tierra y los seres humanos en esa época. Si alguna raza extraterrestre se encontraba con la sonda en el futuro podría hacerse una idea de quién lo mandaba. Era nuestra carta de presentación cósmica.
Los famosísimos discos de oro de las Voyager contienen muchas cosas: saludos en 56 idiomas, innumerables sonidos de la Tierra (viento, lluvia, locomotoras, pájaros, besos, volcanes terremotos, etc.…), fórmulas químicas de los elementos más comunes de la Tierra, una grabación de una hora de las ondas cerebrales de Ann Druyan, 116 fotografías de la vida y la sociedad terrícola y música, mucha música.
Pero, además, cuando la sonda Voyager 1 se disponía a salir del sistema solar, Carl Sagan propuso a la NASA hacer girar la nave por última vez y tomar la foto más distante de nuestro planeta a 6.000 milones de km. Carl Sagan la bautizó como «The pale blue dot», el punto azul pálido. La foto fue tomada el 5 de febrero de 1990.
La instantánea, lejos de quedarse en una anécdota, comenzó a verse como un reflejo de la presencia del humano en el universo: ínfima. Con un tamaño de apenas “0,12 píxeles”, la Tierra no se veía más que como un punto sin importancia dentro de un basto campo de estrellas. Su brillo sin particularidad y su presencia era irrelevante.
El 20 de febrero de 1994, Carl Sagan publica uno de los libros más importantes de divulgación científica: Un punto azul pálido. Esta obra se basaba en esa imagen.
“Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida”. Un punto azul pálido, Carl Sagan.
Un punto hecho de vida
La Tierra ni siquiera es el planeta más grande del Sistema Solar y, en un punto azul pálido, ni siquiera es protagonista de la imagen. Hay que esforzarse en encontrar el planeta habitado y, sin la típica guía o flecha que indica dónde se encuentra, es una tarea casi imposible. Pero ahí está: un punto azul, iluminado por un haz de luz, que recoge “la Humanidad”:
“La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol”.
Al fin y al cabo, donde aparecía un punto azul pálido, estaba la Tierra. No era el único planeta que se retrataba en la imagen, pero sí el más importante… para la propia Tierra. “¿Por qué hemos de empeñarnos en pensar que el universo fue hecho para nosotros? ¿Por qué resulta tan atractiva esta idea?”, recogía Sagan en su libro.
El divulgador explicaba, a partir de otros autores como Galileo o Bryan Appleyard, que la historia de la ciencia era el enfrentamiento entre lo real y la idea del ser humano como centro de todo aquello que lo rodea. Durante siglos se propuso modelos antropocentristas en los que la Tierra, como hogar de la Humanidad, era el punto sobre el que todo lo demás existía, pero un punto azul pálido demostró, con la fotografía – lo visceralmente visual -, que la vida era, si no una casualidad en el universo, una parte tan absurdamente pequeña que no podría suponer nada para el resto del mismo:
“Nuestras posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo… es desafiada por este punto de luz pálida”.
“Una mota solitaria en la inmensa oscuridad”
La imagen, que fue reeditada por la NASA con motivo de su 30 aniversario, en verdad, es un “retrato familiar”. En ella se retrata varios planetas del Sistema Solar: Neptuno, Urano, Saturno, Júpiter y Venus. Marte está oculto por “el rebote del haz de luz”, Mercurio “demasiado cerca del Sol”, y Plutón, Plutón es “demasiado pequeño, demasiado lejos y demasiado oscuro para aparecer”.
En un primer momento, a pesar de los esfuerzos de la NASA, la fotografía pasó sin pena ni gloria. Las últimas seis instantáneas tomadas por el Voyager 1, que apagó su cámara para ahorra combustible y batería, adoptaron un nuevo nivel de importancia gracias a la obra de Carl Sagan. Tardó cuatro años, pero finalmente se convirtió en parte de la historia.
Para Sagan, la fotografía un punto azul pálido era la última prueba que el individuo necesitaba para ver que, en comparación a la “inmensa oscuridad cósmica”, no es nada relevante en ella. En el capítulo “¿Hay vida inteligente en la Tierra?”, Sagan imita la que sería una expedición extraterrestre y aquello con lo que se encontraría, desde el espacio, un visitante en búsqueda de vida.
“El hecho de que las actividades intestinales más íntimas de las vacas sean detectables desde el espacio interplanetario resulta desconcertante, especialmente si tenemos en cuenta que hay tantas cosas por las que sentimos gran apego que no lo son”.
Escribe Sagan acerca del metano, que sería de los primeros descubrimientos que podrían realizar. A partir de ahí, todo es humano. Las ondas de radio, que denotan vida inteligente, las formaciones “de líneas rectas y concentraciones”… y las luces. Algunas, por las ciudades, otras por proceso como la pesca y otras, simplemente, por el fuego.
“Todas las noches vislumbramos miles de fuegos. Durante el día, la región aparece cubierta de humo. Al cabo de los años, por todo el planeta, hay cada vez menos bosques y más desiertos áridos”.
“Algo ha salido mal”
Y es que aquel punto azul pálido, ya en palabras de Sagan, lo estaban matando. El discurso y la obra del divulgador no era baladí, no se trataba de una oda al minimalismo de lo mundano, sino una llamada darse cuenta de que, fuera de ese punto, la infinitud del universo no alberga (por ahora) más espacio para la vida humana.
“Indudablemente, algo ha salido mal. Los organismos dominantes, que, sean quienes sean, se han tomado tantas molestias para remodelar la superficie, destruyen al mismo tiempo su capa de ozono y sus bosques, erosionan su suelo (…) ha llegado el momento de replantearnos la conjetura que apunta a que exista vida inteligente”.
Sagan trató de despertar, a través de la fragilidad de un punto, a la conciencia popular para elaborar un discurso ecológico: si no se cuida de la Tierra, no hay más salida. Al final, el divulgador explica que aún no se ha descubierto otro planeta al que sea posible, material y climatológicamente, trasladar la vida humana, «tan solo como visita»:
“Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Tal vez no hay mejor demostración de la locura de los conceptos humanos que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos mejor los unos a los otros, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido”.
El 14 de febrero de 1990, la sonda Voyager 1 de la NASA tomó la foto de la Tierra desde 6 mil millones de kilómetros de distancia. El equipo de Voyager 1 se dió cuenta en ese momento que el «Punto azul pálido» sería un documento social importante, dijo la científica planetaria Candy Hansen, quien sirvió como representante del experimento para el equipo de imágenes de Voyager y fue la primera persona en ver la foto.
La Tierra fue una de las últimas cosas que vio la Voyager 1. La sonda tomó la foto Pale Blue Dot el 14 de febrero de 1990, solo 34 minutos antes de que sus cámaras se apagaran para siempre. (Sin embargo, las últimas fotos que tomó la Voyager 1 eran del sol, dijo Hansen).
Todos los datos de la imagen no bajaron a la Tierra hasta el 1 de mayo de 1990. Hansen no podía esperar para ver nuestro planeta a través de los ojos de la Voyager 1 y, cuando finalmente tuvo la oportunidad, hacerlo resultó un poco más difícil de lo que esperaba. «En realidad fue un poco aterrador, porque al principio no lo vi», dijo. «Debido a ese rayo de luz dispersa, no se me apareció de inmediato. Y entonces tuve tanto miedo de haberlo perdido, o haber arruinado la exposición o algo así. Fue un gran alivio cuando lo vi».
Puedes encontrar el libro un pequeño punto azul pálido, Carl Sagan por ejemplo en Amazon.
Aquí tiene un video sobre el punto azul pálido en inglés, pero puedes usar subtítulos si necesitas.
Fuentes: Newtral.es, puntonet.mx, Science alert, carlsagandotcom, el Mundo.
SAGAN, Carl; Un punto azul pálido: una visión del futuro humno en el espacio, Editorial Planeta, Cuarta Edición, 2003.
Voyager 1’s Pale Blue Dot, en NASA.